Una de las cosas que más me marcó desde que estudio periodismo es conocer la cruda realidad de miles de peruanos.
El año 2018 gracias al trabajo que me dejó una maestra en un curso, tuve la oportunidad de ir a los lugares más olvidados de nuestra desordenada Lima en compañía de unos compañeros. El trabajo consistía en ir a un distrito alejado e investigar cuales son las necesidades de los lugareños y qué les pedirían al aquel entonces alcalde.
Debido a que mi madre es profesora de educación estatal y trabaja en unos de los lugares más descuidados del distrito de San Juan de Lurigancho. Dí la idea a mis compañeros de ir a algunos de esos asentamientos humanos, y con motivo de que un año atrás se había producido el fenómeno del niño, creíamos que era una buena opción para ir a averiguar en que condiciones de encuentran los damnificados de ese desastre natural. Pero cuando llegamos al lugar, nos dimos cuenta que la realidad era otra. Decidimos que nuestro punto de partida para nuestra caminata iba a ser el puente huaycoloro, que fue uno de los puntos más fuertes de ese siniestro. Cuando llegamos, nos dimos cuenta que por ese pequeño lugar no pasaba ningún carro, así que solo nos quedó caminar y luego tomar una mototaxi para llegar al asentamiento humano más cercano. El mototaxista nos dejó al pie del cerro, pues no dijo que si queríamos seguir, teníamos que seguir caminando para arriba y llegaríamos a la Vizcachera.
Fuimos tranquilos pues no sabíamos que nos iba a esperar. Caminábamos y caminábamos y a los lados solo veíamos piedras, tierras, y a lo más alto del serro, unas pequeñas casas algunas hechas de madera y otras de adobe, y nuestro objetivo era llegar hasta arriba para poder entrevistar a las personas. Cuando llegamos al lugar, estábamos super cansados de caminar tanto, teníamos sed, y fue ahí donde nos dimos cuenta que no había ninguna tienda al rededor, así que solo nos quedó seguir caminando, y a lo lejos vimos un colegio en el cuál pudimos entrevistar al directora quien muy buena gente nos contó que en la zona las personas carecen de agua y las casas no tienen luz, salvo el alumbrado público.
Cuando miraba a los costados, me di cuenta que debo estar agradecida por toda la comodidad que yo tengo, pues algunas casas se encontraban encima de una piedra gigante y para bajar del a casa las personas utilizan piedras más pequeñas como gradas, y sé que si en algún momento ocurre algún temblor fuerte, será casí imposible salir de ese lugar.
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