UNA AVENTURA EN LA SELVA
Era un día común y normal como cualquier otro de Julio del año 2016, cuando mi mamá nos dijo a mi papá y a mi para ir a visitar a mi abuelita Laura. Cuando llegamos a la casa de Laura, mis tíos estaban conversando de que ya habían comprado pasajes para que se vayan de viaje la semana que venía, cuando de la nada mi tío se paró, trajo su laptop y se sentó al lado de mi papá y le dijo que era momento de que nosotros también viajemos aprovechando las pocas vacaciones que nos quedaba. Y como estaban conversando de su viaje a Amazonas, le animó a que comprara boletos a un destino de la selva para conocer, y nos decidimos por Iquitos, y menos de 10 minutos ya había separado tres pasajes que partía ese mismo día en la noche, para mi papá, mi mamá y yo, lo único malo era que al comprarlo con un tiempo tan corto al viaje, nos salió super caro, pero creímos que iba a valer la pena.
Nos despedimos de todos y salimos volando al LATAM más cerca para hacer todos los tramites correspondientes, y después ir a casa a alistar maletas. Al momento de alistar las maletas, no sabía exactamente que llevar de ropa, pues aquí en Lima hacía muchísimo frío, pero sabía que en la selva hacía mucho calor. Así que opte por llevar mi ropa de invierno puesta, para cuando regrese del viaje pero bastante ropa de verano incluyendo algunos pantalones delgados por si había muchos mosquitos y para poder dormir en la noche.
Ya en el avión, yo estaba muy emocionada, porque esta en mis sueños, deseaba conocer la selva, y saber si era tal como me lo imaginaba.
Cuando el avión pisó el suelo de Iquitos y salí por la puerta, sentía que estaba en el mismo infierno, pues el calor era demasiado sofocante. Ya una vez co n nuestras cosas, ahora el gran problema era, conseguir un hotel a la 1 de la mañana. Tomamos un taxi y pedimos que nos lleve a un hospedaje que no sea tan caro pero que también tenga ciertas comodidades. Cuando llegamos al hotel, mi papá bajó primero junto con el chofer para preguntar si había cuarto disponible, pero al entrar al lugar, nos dimos con la sorpresa que estaba lleno de gente, y resulta que era to da la orquesta del Lobo y la Sociedad Privada, que iba a dar un concierto esa noche en la plaza principal. Y nos dijeron lo que ya veníamos pensando, que no había ni un solo cuarto disponible, y así fue en aproximadamente tres hoteles y ya nos estábamos asustando, hasta que llegamos a uno en donde por fin nos pudimos alojar.
Al día siguiente nos levantamos muy temprano para tomar el desayuno que nos venía con el alojamiento, mientras veíamos por televisión la parada militar de Lima, y por la ventana la bonita ciudad de Iquitos. Preguntamos a la recepcionistas que cosas podemos hacer en Iquitos porque de repente ella conocía, nos comentó que en la plaza de la ciudad había varias agencias que ofrecía un recorrido por la selva profundo de 3 día y 2 noches, con alojamiento incluido en los distintos albergues que tenían, pero que por mientras en la ciudad hay varios lugares que se puede conocer. Entonces, para ir conociendo la ciudad decidimos ir a CREA donde cuidan manaties rescatados. Nos fuimos en mototaxi, pues el el transporte más utilizado en la selva, aparte de los carros hechos a madera. Ni bien llegamos al lugar, 10 minutos después mientras hacíamos cola para entrar al lugar. Comenzó la lluvia, pero más que lluvia, parecía una ducha, y nos bañó desde la punta de la cabeza hasta la punta del pie, pues no habíamos llevado ni paraguas, ni un poncho para la lluvia. Así que nos tuvimos que pedir el primer mototaxi y regresar al hotel a cambiarnos.
Mientras regresábamos, veíamos que hermoso desfile que se está preparando con el izamiento de la bandera, se malogró todo por la lluvia, y los niños uniformados que iban a participar estaban pegados en las casas para no mojarse. Una vez que paró la lluvia y ya cambiado decidimos ir a la plaza de armas a buscar las famosas agencias que nos llevaría a la selva, cuando llegamos nos dijeron que había dos tipos de excursiones, uno que es el convencional o familiar en donde pueden ir personas de todas las edades y no es tan medido a la selva, pues solo teníamos que navegar 1 hora el caudaloso Río amazonas para llegar a nuestro albergue y a partir de ahí comenzar las excursiones y ver a todos los animales de la zona pero en tipos zoologicos, conocer algunas tribus comos los boras y los Yaguas, o navegar 4 horas el río Amazonas para dentro y ver todos los animales en su hábitat natural, claro tipo aventura. Yo estaba emocionada, pues quería ver a los animales sueltos, pero mis papás no quería porque era un poco peligroso, así que solo me quedó aceptar el convencional. Pero antes de irnos pasamos un una tienda en el famoso mercado de Belén para comprar ponchos para la lluvia y de paso le pedí a mi papá unas botas blancas para poder llevarlo al viaje, porque sabía que si todos los días iba a llover así se iba a malograr mis zapatillas, incluso les aconsejó que se compren uno ellos también, pero no quisieron y solo me compraron a mi. El día que partimos para el albergue, nos llevaron en un bus hecho de madera hasta el puerto donde íbamos a tomar nuestro pequepeque. Daba un poco de miedo, pues cada vez que pasaba una canoa parecía que se iba a voltear y todos gritábamos pero nos reíamos.
Cuando llegamos, nos dieron a cada familia una habitación y lo más bonito era la vista, ya que el albergue estaba en medio de la selva, había una piscina y también estaba al borde del río Nanay. Ese día nos dieron de almorzar paiche, un pescado grande de la selva, luego subimos al pequepeque y nos llevaron a un tipo Reserva donde se podía apreciar las plantas acuáticas, lagartos, el famoso paiche y todas las aves que viven en el lugar, incluso tuve la oportunidad de alimentar a los lagartos y a los paiches, en la noche veía el cielo totalmente estrellado es cuchando el canto de los gallitos de las Rocas que amenizaba el ambiente. Al día siguiente nos fuimos a una reserva donde habían muchos monitos grandes y pequeños, incluso algunos se prestaban para tomarnos fotos, y de repente en el piso vi a la gran anaconda arrastrándose, con la que todos se tomaban fotos, me dio un poco de miedo, pero no podía perder la oportunidad, y la cargué para la foto, eso sí, pesaba al rededor de 30 kilos, luego nos dirigimos a visitar a la tribus Bora, donde nos enseñaron sus bailes típicos, nos pintaron la cara y nos ofrecieron su artesanía para que puedan sobrevivir, ese día nos acostamos temprano pues nos ibamos a levantar a las 5 de la mañana para salir en pequepeque a ver delfines rosados, para mi mala suerte no logré ver ni uno, pero había gente que si pudo ver, y ese día en el almuerzo yo estaba feliz porque vi que eran nuggets, yo pensé que de pollo y cuando pregunté mi dijeron que era lagarto. Me dio tanto asco que solo llegué a comer uno y por la tarde fuimos a visitar a otra tribus, a los Yaguas que igual nos hicieron bailar con ellos, nos explicaron como se organizan y nos tomamos muchas fotos con ellos, llegada la noche, tocaba hacer el paseo nocturno por la selva, a todos nos dieron botas, pero yo ya tenía la mía y ya la gente me conocía con la niña de las botas blancas pues era la única que tenía botas, pero todos se arrepentían de no haber tenido unas, porque todas sus zapatillas se malograron.
Daba un poco de intriga que te podías encontrar el la oscura selva, pero solo encontramos algunas tarántulas que las veíamos de lejitos, lo difícil fue caminar pues ese día había llovido muy fuerte y todo estaba lleno de barro, hubo un momento en donde me quede atorada en el barro y no podía aguantar, así que entre mi papá y mi mamá me tuvieron que ayudar a salir y otras personas gritaban porque creían que les caía cosas en la cabeza pero fue muy bonito. Ya al día siguiente era el último día, por la mañana fuimos a practicar canotaje por el Rio Nanay, y a nadar el el Río los que deseaban, y por la tarde ya para irnos, fuimos a pescar pirañas, y ya como me iba, decidí por fin ponerme sandalias, pero fue una mala idea porque mientras pescábamos y algunos tomaban cerveza mientras escuchábamos música de la selva, comenzó a llover y de abajo salieron miles de arañas y todos saltábamos de una manera alocada, nos faltaban pies para saltar, y para colmo eran arañas gigantes, pero después de un rato se volvieron a ocultar, y pudimos seguir pescando, el momento era mágico, todos escando, mientras otros sentados tomando cerveza y con un paisaje hermoso, y como para despedirnos la selva, salió un bello arcoíris, y sí llegue a pescar una piraña, y fui la primera el lograr hacerlo y todos me aplaudieron, después de eso , regresamos a la ciudad para después volver a nuestra realidad, Lima.